sábado, 24 de marzo de 2012

Agua al caminar

Existia aquel frío que solamente se da en la ciudad
esa ciudad inmensa que entremedio de los edificios
se colaban algunas gotas de agua, era invierno
y como no iba serlo si mirabas hacia arriba y
unas nubes negras invadían el cielo.
Santiago diez de la mañana, las calles llenas
de pañuelos y resfriados, toz y sueños encandelados
el paso apurado de algunos, y oficinas repletas
los paraguas en la calle, cerrados y otros encima
de cabezas y en la mía un gorro de genero que
no alcanzaba a tapar lo helado de mi nariz

Encima, encima, encima esos rascacielos gigantes
y entonces no queda nada más que caminar,
frotar las manos e intentar mantener el calor corporal
debajo de chaquetones, polerones, poleras y unas
zapatillas empapadas.