mi cabello, mis ojos y la esperanza que había en ello, y como si fuera poco
conociste aquello que va adherido a mi, ese pequeño animal color negro con café
que esta donde yo esté. Luego te sentaste en mis sillas, miraste de lejos aquellos
que me dieron la vida, sentiste los olores que solo existen en el conjunto de habitaciones, muebles y frazadas, llegaste hasta mi pieza, conociste las sabanas que me envuelve día y noche, que ocultaban secretos, miedos, una almohada que guardaba lagrimas desde los primeros años que florecieron mis sentimientos, tocaste el suelo por el cual camino descalza, llegaste a donde las paredes se invaden de vapor que sale del agua caliente, miraste donde yo más de una vez había cepillado mi cabello, y así fuiste poco a poco impregnándote de mi, y si cambiamos , ponemos al inverso la situación, seria yo quizás la que poco a poco se va llenando de ti, y de ese mundo que habitualmente no compartimos con nadie, que se hace tan personal como lo que pensamos, que habitamos día y noche y que solo nosotros pasamos los año en aquel lugar.