lunes, 21 de abril de 2014

Leonardo.

Entonces la felicidad parecía lejana, efímera, corta, ajustada,
inapreciable, como la perdida de un ser querido, de un ser amado,
de un ser deseado, pero esta vez sin perderlo.
Era injustificable lo justificado, era imprescindible lo prescindible, era imposible lo posible.
era la mezcla de emociones que en algún momento aprendemos,
en los cuentos, en los libros ,en las historias con finales.
Como aquellos finales que embargan la pena, que estremecen el cuerpo, que hacen creer en que alguno sea -felices por siempre-.
Leí, leíste, leímos, la sonrisa en tus ojos, la alegría en tu corazón, la armonía de nuestros rostros, la incertidumbre del hacer bien, del mañana, el amor puro en tus labios, en nuestra arrugas, la expresión de sinceridad en tus cejas, la esperanza en tus manos.
Los sentimientos que abarcaban la habitación, los que no se encontraban aquí, ahora, lo que quedaba, lo que estaba.
Todo es distinto sin ti.